LA RESURRECCIÓN DE LA ROSA.
Amiga pasajera: voy a contarte un cuento.
Un hombre tenía una rosa que le había brotado del corazón.
¡Imagínese usted si la vería como un tesoro, si la cuidaría con afecto, si sería para él adorable y valiosa la tierna y querida flor !.
¡Prodigios de Dios!. La rosa era también un pájaro; parlaba dulcemente, y, en veces, su perfume era tan inefable y conmovedor, como si fuera la emanación mágica y dulce de una estrella que tuviera aroma.
Un día, el ángel Azrael pasó por la casa del hombre feliz, y fijó sus pupilas en la flor.
La pobrecita tembló, y comenzó a padecer y estar triste, porque el ángel Azrael es el pálido e implacable mensajero de la muerte.
La flor desfalleciente, ya casi sin aliento y sin vida, llenó de angustia al que en ella miraba su dicha. El hombre se volvió hacia el buen Dios , y le dijo:
— Señor: ¿para qué me quieres quitar la flor que nos diste?
Y brilló en sus ojos una lágrima.
Conmovióse el bondadoso Padre , por virtud de la lágrima paternal, y dijo estas palabras:
— Azrael, deja vivir esa rosa. Toma, si quieres, cualquiera de las de mi jardín azul.
La rosa recobró el encanto de la vida. Y ese día, un astrónomo vio, desde su observatorio, que se apagaba una estrella en el cielo.
Rubén Darío.
Nicaragua.
1867 - 1916
Arte ©Daria Zaytseva
"Biblioteca Gustavo Riccio"