"Tenia una estrella en su pecho vencido,y un pájaro en su hombro."
Raúl González Tuñón
Una extraña y melancólica tangencia me ha tocado observar entre estos dos poetas.
Le cuento: al ver este trabajo de Marco Morandi con música de Dustin O'Halloran, inmediatamente se me vinieron a la memoria unos versos que leí en las largas horas en la biblioteca del querido Tuñón, y qué están citados en el encabezado; del poema "El Poeta Murió al Amanecer".
"Tenia una estrella en su pecho vencido...y pájaro en su hombro"
Entendiendo que mi mirada no es absoluta, dejo a la libre elección de cada uno lo que quiera o pueda ver.
Opción 1
Dustin O'Halloran Opus 23 video
Duración: 3:30 minutos
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Opción 2
Dustin O'Halloran Opus 23 video
Duración: 3:30 minutos
Transcribo la poesía completa, es tan bella y triste como la animación.
EL POETA MURIÓ AL AMANECER
Sin un céntimo, tal como vino al mundo,
murió al fin, en la plaza, frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas, la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra.
Escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera,
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.
Algunos, los mas viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los mas jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer,
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.
Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Withman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro.
Tenia una estrella en su pecho vencido,
y un pájaro en su hombro.
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EL POETA MURIÓ AL AMANECER
Sin un céntimo, tal como vino al mundo,
murió al fin, en la plaza, frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas, la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra.
Escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera,
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.
Algunos, los mas viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los mas jóvenes, lo negaron después.
los parroquianos del café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer,
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.
Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Withman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro.
Tenia una estrella en su pecho vencido,
y un pájaro en su hombro.
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Raúl González Tuñón
Poeta, periodista y viajero.
Buenos Aires.
1905 - 1974
"Biblioteca Gustavo Riccio"