Evaristo Carriego
Poeta
Argentina
1883-1912
Nació en la provincia de Entre Ríos, se muda con su familia a Buenos Aires, al barrio de Palermo, donde se educó.
Creció entre cafés de inmigrantes, de malevos y compraditos, a quienes retrató con acierto y musicalidad en sus poesías.
Fue el nexo más importante entre la poesía gauchesca y la poesía moderna, a partir de sus poemas empiezan a escribirse las letras del tango.
Muere a los 29 años victima de la tisis.
Quien lo describe muy bien, es el poeta Horacio Ferrer:
"...fue con toda originalidad, el primer gran poeta del suburbio porteño. "Misas herejes" fue el único libro que dió a la estampa en vida. Su visión de la ciudad, su manera de sentirla y de escribirla, alcanzaron luego enorme gravitación en las letras del tango, particularmente por vía de Homero Manzi, que fue su más talentoso continuador..."
Aquí una de sus poesías más representativas, sobre la mitología de los malevos y compadritos que habitaban los barrios y los cafés del Buenos Aires de entonces.
DIA DE BRONCA
Compadre: Si no le he escrito,
perdone... ¡Estoy reventao!
Ando con un entripao
que, de continuar, palpito
que he de seguir derechito
camino de Triunvirato;
pues ya tengo para rato
con esta suerte cochina:
Hoy se me espiantó la mina,
¡y si viera con qué gato!
Sí, hermano, como le digo:
¡Viese qué gato ranero!
mishio, roñoso, fulero,
mal lancero y peor amigo.
¡Si se me encoge el ombligo
de pensar el trinquetazo,
que me han dao! El bacanazo
no vale ni una escupida,
y lo que es ella, ¡en la vida
me soñé este chivatazo!
Mas, no hay como vivir mucho
para conocerlas bien:
no piense que de recién
se le pegan al más ducho.
Aunque uno lo crea un pucho,
al contrario, el buen gavión
no debe dar ocasión
al adorno carneril...
¡Nunca lo crea tan gil
al que le arruina el buyón!
Yo los tengo junaos. ¡Viera
lo que uno sabe de viejo!
No hay como correr parejo
para estar bien en carrera.
Lo engrupen con la manquera,
con que tal vez ni serán
del pelotón, y se van
en fija, de cualquier modo...
ya no hay caso: ¡se la dan!
¡Pero tan luego a mi edá
que me suceda esta cosa!
Si es p'abrirse la piojosa
de la bronca que me da.
Porque es triste, a la verdá
-el decirlo es necesario-
que con el lindo prontuario
que con tanto sacrificio
he lograo en el servicio
¡me hayan agarrao de otario!
Y lo peor es que la cama
la supieron preparar.
¡De llegarlo a sospechar
cómo les dejo el programa!
Créame: pese a mi fama
de vivo entré por el cuento...
Cuando mangié el argumento
no sé lo que me pasó:
¡de la bronca que me dio,
compadre, casi reviento!
Sí, me la dieron con queso...
pero no importa, a la larga
me han de pagar esta amarga
situación por que atravieso.
¡Ni qué hablar! lo que es para eso
-se lo digo sin empacho-
siempre me tuve por macho
y ni una duda permito...
¡Ya verá qué dibujito
les vi'hacer en el escracho!
Bueno: ¿que ésta es quejumbrona
y escrita como sin gana?
Échele la culpa al rana
que me espiantó la cartona.
¡Tigrero de la madona,
veremos cómo se hamaca,
si es que el cuerpo no me saca
cuando me toque la mía!
¡Hasta luego!
¡Hasta luego!
-¡Todavía
tengo que afilar la faca!
tengo que afilar la faca!
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Es uno de los poetas más queridos de la biblioteca, y lo fué también de Gustavo Riccio.
Evaristo es la mística de los arrabales, conventillos y empredrados.
"Biblioteca Gustavo Riccio"