" que no te despedace el cierzo osado ni marchite la helada rigurosa. "
A una Rosa Señora de la selva, augusta rosa, orgullo de septiembre, honor del prado, que no te despedace el cierzo osado ni marchite la helada rigurosa.
Goza más; a las manos de mi hermosa pasa tu tronco; y luego el agraciado cabello adorna, y el color rosado, al ver su rostro, aumenta vergonzosa.
Recógeme estas lágrimas que lloro en tu nevado seno, y si te toca a los labios llegar de la que adoro,
también mi llanto hacia su dulce boca correrá, probáralo, y dirá luego: esta rosa está abierta a puro fuego.